Hoy en el proyecto de “Paisajes ganaderos tradicionales” hemos visitado la Dehesa de Moncalvillo en San Agustín de Guadalix. 1350 Ha de gran valor ecológico, un ecosistema ganadero que se conserva “prácticamente como en el siglo XV”.
Tanto la dehesa como gran parte de las fincas ganaderas circundantes están delimitadas por muros de piedra seca, elementos clave para la #ganaderíaextensiva y que proporcionan multitud de servicios ambientales a la sociedad. Hemos recorrido el camino bajo de Pedrezuela que forma parte de la Vereda de las Tapias de Viñuelas y del Pardo, uno de los tramos de las Vías Pecuarias presentes en la Comunidad de Madrid. Otro día hablaremos de ellas y de su importancia para la conservación de estos ecosistemas.
La geología del entorno marca la composición de estos muros. En este caso, el territorio se encuentra en una zona de rocas muy antiguas (rocas ígneas prehercínicas: ortoneises y leuconeises con presencia de cuarzos y feldespatos. Fuente: MAGNA 50 – Hoja 509 (TORRELAGUNA) del IGME). Esto hace que los muros tengan una composición de rocas que no es habitual en la zona: los habituales neises grises, mezclados con los feldespatos y cuarzos blanquecinos, más abundantes donde afloran en mayor cantidad.